Con el aumento de los centros de datos por la actividad digital se gasta más agua. Y España se encuentra en emergencia por sequía.
El rápido avance de la tecnología trae también sus consecuencias negativas. La ecuación, por el momento, es simple: aumentan los centros de datos y sufre el medio ambiente. Los distintos gobiernos del mundo ya discuten cómo frenar o reducir los efectos adversos. En España, por ejemplo, preocupa bastante el auge de los centros de datos porque consumen mucha agua en un país que está en emergencia por sequía.
Las estadísticas son alarmantes: en lo que va del 2023, los niveles de lluvia están siendo un 17,1% inferiores a lo que se considera habitual (midiendo entre los años 1991 y 2020), y hasta un 14,6% del país se halla en emergencia por escasez de agua y otro 24,7% en alerta, según los datos oficiales. Con este panorama de sequía, queda claro por qué las nubes de datos empiezan a ser un problema.
Por el avance del mundo digital se construyeron centros de datos, que vendrían a ser algo así como gigantes naves plagadas de ordenadores que se encargan de almacenar informaciones y de permitir el buen uso de internet. Claro que todos esos aparatos juntos producen tanto calor que necesitan sistemas de refrigeración para que todo funcione en óptimas condiciones.
Si llevamos esta información a los números, la preocupación se agranda. Los centros de datos de las grandes empresas tecnológicas están consumiendo una media de 25 millones de litros anuales. Ahora bien, según la consultora especializada Dgtl Infra, los hipercentros alcanzan los 600 millones de litros anuales. Una barbaridad, ¿no? Tengamos en cuenta que en Estados Unidos, por ejemplo, esta ya es una de las 10 industrias que más agua consume.
España, actualmente, cuenta con 23 de estos centros repartidos por el territorio. Aunque se prevé que esta industria crezca un 371% hasta 2026, según la patronal Spain DC, que significaría un ritmo muyo mayor que Londres, Ámsterdam y París, entre otros mercados.
Aurora Gómez, psicóloga experta en comportamientos digitales y activista de la organización Tu Nube Seca Mi Río, alerta sobre cómo influyen estos proyectos en la sociedad. “Es como el salvaje oeste. Instalan sus centros en zonas pobres y prometen puestos de trabajos para consumir recursos naturales. Compiten con la población por el agua del grifo, pero sólo ven sus intereses económicos”, aseguró Gómez, en declaraciones que recoge el diario La Opinión.
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