Tener una casa en propiedad resulta cada vez más complicado para los jóvenes españoles según detallan los informes
Poseer una casa comienza a ser un “rara avis” en España, por lo menos para los sectores más jóvenes de la población.
La situación económica de la última década, la sacudida del mercado inmobiliario y los precios, cada vez menos accesibles, han dejado un panorama ciertamente desolador para muchos menores de 30 años.
Así y como expresan los últimos índices de Eurostat sobre renta en propiedad y alquileres, los españoles son menos propietarios que hace 15 años. En todos los tramos de edad, el porcentaje de propietarios se reduce, ocurriendo esto de forma más pronunciada en los sectores de menos de 35 años. Para este grupo de edad, las perspectivas no son buenas y es que, el informe señala que el porcentaje de propietarios ha caído en 3 lustros 28 puntos porcentuales. De tal forma, sólo el 36% de los ciudadanos menores de 35 años son propietarios.
Respecto a la edad de emancipación, otra de las grandes quimeras para los jóvenes, las cifras no resuelven nada alentador. En el año 2022, el país superó la barrera de los 30 años y no muestra signos de decrecimiento. En particular, acceder a una vivienda resulta complejo por dos circunstancias. En primer lugar, el mercado del alquiler se encuentra tensionado, especialmente en las principales ciudades, y la escasa oferta resuelve en precios altos y requisitos de acceso demasiado exigentes.
En segundo lugar, la capacidad para acceder a una hipoteca también se ha reducido. El riesgo financiero que los interesados deben asumir al solicitar hipotecas es mayor y, según señalan los economistas, las entradas exigen haber acumulado un capital suficiente –de entorno al 35% del valor total del inmueble.
Tasas de ahorro muy reducidas
Esta situación, que se da en consonancia con tasas de ahorro reducidas en contextos de trabajo precarios y un sector laboral jóven muy complejo han dado lugar a que acceder a una vivienda, ya sea por cualquiera de las dos vías antes descritas, resulte imposible.
En ocasiones, la única opción para lograr la emancipación pasa por compartir vivienda, una práctica que suele resultar peligrosa y poco duradera. Así como algunos economistas señalan, en esta situación se produce la “dinámica del yoyó” que implica el cambio habitual de una residencia alquilada a la de los padres por momentos de mayor o menor capacidad adquisitiva.