La «teoría del gasto creciente» supone un impedimento para conseguir retener ahorros cuando se aumentan los salarios.
En el complicado camino hacia el ahorro, muchos enfrentan el obstáculo de los salarios ajustados y desean una mejora financiera, a menudo asociada con ingresos más altos.
Es muy importante comprender que contar con un salario más elevado no garantiza de forma automática un aumento en el ahorro; de hecho, puede ocurrir lo contrario. Este efecto desencadenante se trata de un fenómeno conocido como la «trampa del gasto creciente».
La teoría del gasto creciente sostiene que a medida que los ingresos aumentan, los gastos tienden a crecer de manera proporcional. Esto plantea un desafío considerable para aquellos que desean administrar sus finanzas de manera más efectiva y cuidadosa. A menudo, a medida que los ingresos aumentan, surgen nuevas necesidades: una mudanza a una vivienda más grande, la adquisición de un automóvil de mayor categoría o un aumento en los gastos de ocio que antes eran inasequibles, entre otros ejemplos.
A pesar de los ingresos superiores, al final del mes, es común encontrarse nuevamente con un presupuesto ajustado. Es vital, entonces, que cuando los ingresos aumenten, se realice una planificación financiera sólida para mejorar la capacidad de ahorro, lo que aportará tranquilidad y estabilidad económica. Para solucionar esto, existen herramientas efectivas que evitarán caer en este pernicioso efecto.
La táctica del «preahorro»
Establecer un preahorro al comienzo del mes se revela como una muy buena estrategia para controlar los gastos. Destinar entre un 5% y un 10% de los ingresos a una cuenta de ahorro o un producto de ahorro-inversión permite prepararse para imprevistos. Al no contar con ese dinero de manera inmediata, disminuye la tentación de gastarlo.
Clasificar los gastos personales
Tener un conocimiento claro de en qué se gasta el dinero otorga una mayor capacidad de decisión a la hora de recortar gastos. Se recomienda categorizar los gastos de la siguiente manera:
- Gastos fijos necesarios: Incluyen la hipoteca, el alquiler y otros gastos esenciales.
- Gastos variables necesarios: Comprenden gastos como alimentación, ropa y suministros básicos.
- Gastos discrecionales: Aquí entran los gastos relacionados con el ocio, salidas a cenar, viajes y otros lujos no esenciales.
Generalmente, es en los gastos discrecionales donde existe mayor margen de adaptación. Controlar los llamados «gastos hormiga», esos pequeños desembolsos diarios aparentemente insignificantes que, sumados, pueden erosionar significativamente las finanzas personales, es una medida crucial en el camino hacia el ahorro efectivo. Con una sólida comprensión de los propios gastos, se obtiene un mayor control financiero y se reduce la tendencia al gasto creciente.