Opositar es una de las opciones que con más frecuencia se ponen sobre la mesa para ser profesor: te contamos las alternativas a esta decisión
Si has acabado la carrera de Magisterio, es probable que te hayas preguntado cuál es el siguiente salto lógico que debes dar. No te preocupes, no eres el único o la única que se lo pregunta. También muchos de los que han estudiado una disciplina como Historia, Filosofía, Filología e incluso Matemáticas, Física o Química, carreras tan técnicas y encorsetadas que tienen una proyección mucho más académica que laboral.
Y con proyección académica nos referimos a aquella que se desarrolla en el marco de la universidad, de las investigaciones eruditas, de los artículos científicos o papers, de las conferencias, de las tesis doctorales. En definitiva, de la lucha constante e incansable por tratar de hacerse un nombre en un mar de estudios, ideas brillantes y charlas magistrales. Sin embargo, no todo el mundo está dispuesto a consagrar el resto de su vida laboral a este ámbito y prefiere bucear en busca de otras posibilidades más atractivas. Quizá la que primero se pase por la cabeza sea la de la docencia.
El proceso para poder opositar a profesor
Dar clase en centros educativos tan solo requiere en un principio del Máster en Formación del Profesorado en la especialidad correspondiente. Tan solo con esta formación superior podría optar el aspirante a impartir clases en institutos de titularidad pública o concertada que lo requieran. No es imprescindible la necesidad de pasar antes por el infierno que suponen las oposiciones. Sin embargo, hay algo que no nos cuentan, una verdad cuya sombra ha planeado sobre nuestras cabezas sin que nada ni nadie haya sido capaz de advertirla, porque nadie se ha dignado hasta ahora a mirar hacia arriba: las posibilidades de encontrar empleo no son las mismas ni de lejos.
Las oposiciones permiten a aquel que logra aprobarlas rodearse de un halo de tranquilidad que le otorga la estabilidad de su futuro trabajo como funcionario. No obstante, el mero hecho de preparar el examen es ya de por sí un proceso largo, tedioso y extremadamente demandante por el que no todo el mundo está dispuesto a pasar.
Sin embargo, es necesario que el lector tenga en cuenta que la oferta laboral en los centros privados y concertados no es la misma que en los públicos. Al contrario, suelen componerse de un equipo docente muy cerrado y poco sujeto a cambios y a renovaciones periódicas de personal.